En los últimos días, el escenario político argentino ha sido testigo de una serie de declaraciones por parte de dirigentes peronistas en contra del expresidente Alberto Fernández, desencadenadas por las graves acusaciones de violencia de género realizadas por su expareja, Fabiola Yañez. Esta ola de críticas y distanciamiento dentro del mismo espacio político pone en evidencia una autocrítica que, cuando llega tarde, se transforma en una excusa.
La Respuesta del Peronismo: Tardía y Fragmentada
Dirigentes peronistas como Ofelia Fernández, Juliana di Tullio y Wado de Pedro han expresado duras críticas hacia Fernández. Ofelia Fernández, por ejemplo, lo tildó de “psicópata” por haber utilizado el feminismo para sus propios fines, mientras que Di Tullio declaró categóricamente su apoyo a Yañez, afirmando “Le creo a ella, punto”. Estas declaraciones reflejan un distanciamiento que llega en un momento de máxima tensión, donde el apoyo a la víctima se convierte en un imperativo moral (Gobierno a Justicia por denuncia de Yañez) (MdzOnline).
Por otro lado, figuras como Gabriel Katopodis y otros intendentes del Gran Buenos Aires han manifestado su preocupación por el impacto que estas denuncias y la consecuente crisis interna del peronismo podrían tener en la próxima contienda electoral. Estos dirigentes, que en su momento respaldaron a Fernández, ahora buscan alejarse de su figura, sugiriendo que la crisis del Frente de Todos es el resultado de decisiones erróneas que fueron toleradas por demasiado tiempo (MdzOnline).
Cristina Kirchner: Una Crítica Ambigua
Cristina Fernández de Kirchner también rompió el silencio, refiriéndose a la situación de manera crítica pero con una aparente intención de proteger su legado. Aunque condenó la violencia de género, también intentó separar la situación de su propio papel en la elección de Fernández como presidente. Su crítica, aunque tardía, parece más un intento de salvar su imagen que una genuina autocrítica de las decisiones tomadas.
La Autocrítica que se Convirtió en Excusa
Este distanciamiento masivo de dirigentes que antes respaldaron a Fernández pone de relieve una verdad incómoda: la autocrítica, cuando no se hace en el momento adecuado, se convierte en una excusa. Muchos de los líderes peronistas ahora critican abiertamente a Fernández, pero esta crítica surge solo cuando ya no es políticamente conveniente seguir apoyándolo. En lugar de una verdadera reflexión sobre los errores cometidos, estas declaraciones parecen más bien un intento de deslindar responsabilidades antes de las próximas elecciones.
En conclusión, el caso de Alberto Fernández y las recientes reacciones de los dirigentes peronistas ilustran cómo la falta de autocrítica oportuna puede llevar a una crisis interna de gran magnitud. La autocrítica que llega tarde no solo pierde su efectividad, sino que también corre el riesgo de ser percibida como una mera excusa, más que como un sincero reconocimiento de los errores cometidos.